Se confirma que Rubby Pérez no murió de inmediato en el escenario, sino que saltó hacia el público instantes antes del derrumbe total, en lo que fue un último acto desesperado que terminó costándole la vida.

Así que esta tragedia en la discoteca Jet Set sigue dejando al mundo en shock, sobretodo a los afectados en República Domincana. Mientras crece el número de víctimas y heridos, nuevas revelaciones estremecen aún más la memoria colectiva.

Los últimos movimientos de Rubby Pérez

El dato fue revelado por Mandy Fridmann, colaboradora del show de Javier Ceriani en Estados Unidos, quien detalló, con información de primera mano, cómo ocurrieron los hechos dentro del local colapsado.

Según testimonios de los pocos músicos sobrevivientes, Rubby Pérez tomó la decisión instintiva de saltar del escenario hacia el frente, en lugar de retroceder como lo hicieron los demás.

Fue una reacción visceral, inmediata. El techo del lugar, ya debilitado por años de remodelaciones mal hechas, vibraciones excesivas y un incendio previo, cayó con fuerza demoledora. El artista quedó atrapado bajo una de las zonas más pesadas de los escombros.

«Él se tira hacia adelante. Los músicos se tiran hacia atrás. Y su hija se queda en su micrófono. Esas decisiones de segundos definen todo», explicó Mandy, visiblemente afectada.

La hija de Rubby: una vida salvada por instinto o destino

La escena es dolorosa, pero reveladora. Zulinka Pérez, hija del cantante y parte de su banda, estaba con él en tarima. Ella debía cantar en el micrófono de su padre, pero al decirle que estaba recién operada, Rubby la cubre con una frase que hoy parece una premonición: “Quédate en tu micrófono, yo me muevo al mío.”

Segundos después, el techo se desplomó. Ella quedó con vida. Su esposo, también corista, se lanzó encima de ella para protegerla. Ambos lograron salir por una puerta de emergencia, aunque él terminó con múltiples fracturas. Rubby no tuvo esa suerte.

Mandy Fridmann da detalles del cuerpo de Rubby Pérez

Durante varias horas, circularon versiones contradictorias. Algunos aseguraban que Rubby estaba con vida, que había cantado bajo los escombros para ser localizado. Sin embargo, Mandy desmintió rotundamente esa versión: “Ayer a las cinco de la tarde se confirmó su muerte, pero el cuerpo que le mostraron a su hija no era el de él. El verdadero cuerpo fue encontrado a la 1 de la madrugada, mucho más profundo entre los escombros.”

El estado del cuerpo impactó a quienes lo recuperaron. Aunque estaba cubierto de sangre, Rubby Pérez no estaba mutilado ni desmembrado. Su cuerpo estaba completo. Eso sugiere que la muerte fue inmediata, sin sufrimiento prolongado, posiblemente por el impacto directo de las estructuras metálicas. Todo esto, según la periodista argentina, quien ofreció detalles a nuestro CEO y talento, Javier Ceriani.

«Él está entero. Está con sangre, pero está entero. Eso es importante decirlo, porque la gente imagina lo peor», aseguraba insistentemente Mandy.

Según el último reporte dicho por la misma, la cifra de muertos asciende a 150, con más de 250 heridos y cerca de 300 personas aún desaparecidas o bajo los restos del recinto. De ese total, 40 cuerpos aún no han sido identificados. Se habla de voces entre los escombros, pero la última persona rescatada con vida salió ayer a las 3 de la tarde.

A pesar de los esfuerzos de los rescatistas, el panorama es desolador. Las familias esperan noticias con la esperanza puesta en milagros, pero la realidad es cruda. La negligencia mató a Rubby Pérez, a su saxofonista, a la gobernadora de Montecristi y a decenas de civiles que solo buscaban una noche de música.

El último adiós a Rubby Pérez

Los restos de Rubby Pérez ya están en manos de su familia. Según la tradición dominicana, el velorio será con cuerpo presente este jueves, en una ceremonia que seguramente reunirá a toda la comunidad artística del Caribe. La familia ha pedido respeto y privacidad para despedir al ídolo en paz.

República Dominicana llora a su voz más alta, a su símbolo del merengue. Y el mundo entero, hoy más que nunca, entiende que la alegría también puede silenciarse en segundos por culpa de la irresponsabilidad.

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